LA NARRATIVA
1. EN VERSO
1. EN VERSO
Sigamos con los entretenimientos del pueblo y con los juglares. Hemos dicho que difundían también composiciones de carácter épico.
Durante la plena Edad Media (es decir, durante los siglos XII y XIII), la vida en la Península estaba marcada por la Reconquista. La nobleza estaba plenamente ocupada luchando frente a los musulmanes para ir recuperando territorios que anexionar a los incipientes reinos cristianos; la iglesia, educando al pueblo en la fe y el logro de la salvación, y escribiendo y copiando aquellas obras que les ayudaran a ello. Mientras, el pueblo llano se dedicaba básicamente a las tareas del campo, viviendo aislados en pequeños núcleos rurales.
El único oasis de entretenimiento, comunicación y diversión eran los juglares, unos músicos-actores-recitadores- acróbatas-humoristas ambulantes que llevaban todo un repertorio de noticias y diversión a las vidas -nada fáciles, sin duda- de los hombres medievales. La mayoría, aunque no todos, no sabían leer ni escribir, así que llevaban todo ese repertorio en la memoria y lo hacían crecer con la imitación de otros juglares y con la improvisación.
Parte importantísima de este repertorio eran los Cantares de Gesta, peculiar subgénero narrativo englobado dentro de la poesía épica. Surgieron en Castilla, y narraban las hazañas de los héroes castellanos de la Reconquista. Nadie los ponía por escrito, así que la inmensa mayoría se han perdido. Solo conservamos uno incompleto: el que recoge la historia de un personaje real que vivió en el siglo XI y que se convirtió en una leyenda cuyo eco sigue resonando en la actualidad, la de Rodrigo Díaz de Vivar, caballero extraordinario en el campo de batalla,símbolo del orgullo castellano, ya que fue vasallo del rey Sancho II de Castilla y cuando tuvo que pasar a servir al rey leonés AlfonsoVI (hermano de Sancho) no se plegó a lo que él consideraba injusto y se ganó el destierro. Lo peor que podía ocurrirle a un caballero, porque le relegaba a la condición de delincuente sin patria ni derechos. Pero él, con su fuerza y habilidad con las armas, lograría recobrar honor y fama, y así convertirse en mito. Es el Cantar de Mío Cid.
Los cantares de gesta basaban sus argumentos en sucesos históricos, pero a los juglares les importaba sobre todo impresionar y entretener a su auditorio, así que cuando era necesario, aparcaban el rigor histórico y echaban mano de la imaginación. Y cada juglar añadía algo de la suya, por lo cual los cantares de gesta estaban llenos de sucesos, personajes y detalles que en realidad no existieron jamás. Para comprobarlo tenéis un breve documental que analiza lo que sabemos de la figura del Cid histórico, el caballero burgalés Rodrigo Díaz de Vivar, que vivió en la segunda mitad del siglo XI, y lo contrasta con el argumento que nos cuenta el mítico poema que lo hizo inmortal.
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